Qué significa un alto coeficiente intelectual de un niño

La inteligencia es una herramienta de poder, también podría ser sinónimo de seguridad y oportunidades. En el mundo la población promedio cuenta con un coeficiente intelectual que ondea entre 90 y 110, si un ser humano supera este promedio, podríamos decir que es considerablemente inteligente. Por otro lado, si supera los 140 de CI, ya estaríamos hablando de un prodigio; es precisamente este el caso de las siguientes cinco personas de las cuales te hablaremos. Mantente leyendo.

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Daniel Goleman

Considerado como uno de los psicólogos más influyentes de los últimos tiempos, Daniel Goleman irrumpió en el panorama internacional como autor del bestseller “Inteligencia Emocional”, traducido hoy a casi 40 idiomas y con una amplia repercusión en campos como la psicología educativa, la educación y el desarrollo personal.

Daniel Goleman fue profesor de psicología en la Universidad de Harvard y editor de la revista Psychology Today. En su faceta como periodista destacan su trabajos especializados en ciencia del comportamiento para The New York Times y dos nominaciones al Premio Pulitzer.

Goleman señala que deberíamos enseñar a todos los niños y niñas a practicar y desarrollar la inteligencia emocional. Apoyado en las últimas investigaciones neurocientíficas, el psicólogo destaca la importancia fundamental que juega hoy la capacidad de atención, ya sea como una forma de autocontrol, para mejorar la empatía con los demás o la comprensión del mundo que nos rodea, así como los beneficios de su entrenamiento: «La práctica de la atención es como un músculo. Si no lo utilizamos se debilita; si lo ejercitamos, se fortalece», afirma. “El control cognitivo y la concentración pueden ser más decisivos para la vida de un niño que su coeficiente intelectual”, concluye.

Creando Oportunidades

Origen y uso del coeficiente intelectual

La inteligencia es una aptitud, una capacidad mental con la que se puede capturar informaciones diversas y variadas, procesarlas, retenerlas y emitirlas. La inteligencia es posible medirse desde 1912 cuando William Stern, psicólogo alemán, originó un sistema que le permitiera puntuar los resultados de los test de inteligencia que realizó a algunos niños. El sistema consistía en dividir la edad mental entre la edad cronológica y multiplicarla por cien, lo cual daba lugar al denominado coeficiente intelectual, también conocido como cociente intelectual.

Actualmente, cualquier persona que se somete a un test de inteligencia cuenta con un resultado distribuidos por la campana de Gauss, es decir, una estadística que se forma gracias a la distribución de todos los valores posibles de un grupo determinado de edad con un valor central (en este caso 100) y una desviación de +/- 15 puntos.

Conocer el coeficiente intelectual de una persona nos ayuda a determinar la relación entre la genética y los riesgos de sufrir algunas enfermedades. Eso sí, se ha comprobado que en multitud de ocasiones los valores del cociente intelectual pueden estar relacionados con el contexto, el estatus social de la familia o incluso en la probabilidad de padecer enfermedades concretas, lo que significa que en muchos casos se ha determinado que la inteligencia puede ser hereditaria.

Sea como sea, conocer el CI de una persona – sobre todo si hablamos de niños – puede ayudarnos no solo a combatir ciertas enfermedades, sino también a entender el rendimiento escolar o laboral, además de ser un indicador de si alguna persona tiene necesidades especiales en diversos ámbitos cotidianos.

Rangos de cociente intelectual

El coeficiente intelectualno es más que un valor aproximado sobre el nivel de inteligencia de una persona que se consigue a través de un test de inteligencia. Queremos hacer hincapié sobre el sentido de que el índice resultante de esta prueba de inteligencia es aproximado, una medida estándar, un promedio sobre algunas habilidades concretas de cualquier individuo. Recuerda que no deja de ser un valor estadístico que no es capaz de medir absolutamente todos los tipos de inteligencia.

Dicho esto, debes conocer cuáles son los rangos o puntuaciones utilizados comúnmente para medir el coeficiente intelectual.

• CI 0-4 capacidad nula: hay muy pocas posibilidades de que una persona sufra tal trastorno. Su capacidad de hablar, comunicarse o leer es nula. Fueron ejemplo de ello los llamados niños salvajes, criados al margen de la sociedad.
• CI 5-19 discapacidad profunda: entre el 1 y el 2% de personas en el mundo padecen este trastorno, que afecta también al desarrollo motor y sensorial.
• CI 20-34 discapacidad grave: situada entre el 3 y el 4% de la sociedad mundial. Tienen limitaciones a la hora de aprender pero son capaces de realizar tareas simples y supervisadas.
• CI 35-54 discapacidad moderada: aunque les cuesta desarrollar habilidades su discapacidad es moldeable ya que pueden adquirir cierta independencia en el ámbito personal, social e incluso laboral. El 10% de la población sufre este tipo de discapacidad.
• CI 55-69 discapacidad leve: un 87% de personas transitan por esta etapa sobre todo a edad temprana. La dificultad no suele ir más allá del aprendizaje en materia escolar pero se adaptan a la perfección a la vida en comunidad.
• CI 70-84 retraso mental: es el opuesto a la inteligencia brillante. Está por debajo de la media adulta y se trata de un retraso ligero, común en el fracaso escolar. 2 de cada 7 personas padecen este trastorno.
• CI 85-99: este valor está por debajo de la media y la diferencia es casi imperceptible. No se presentan ni problemas ni dificultades en aprendizaje o integración. El 12% de la población se encuentra dentro de este parámetro.
• CI 100: en este valor se sitúa la media intelectual, aunque no es un índice absoluto ya que va variando y ascendiendo a mayor escala. Aquí se situaría el equilibrio.
• CI 101-114: dos de cada 7 personas están por encima de la media. Son relativamente más inteligentes.
• CI 115-129 inteligencia brillante: una de cada 9 personas está por encima de la media. Comúnmente se les considera superdotados aunque todavía les faltan algunos puntos para llegar a ello. Empresarios, abogados, jueces, ingenieros o médicos se encuentran en este rango, ya que cuentan con un alto desempeño intelectual.
• CI 130-139, superdotación: a este rango pertenecen los superdotados, que se encuentran por encima del 98% de la población. Científicos de élite, gobernantes, empresarios y otras licenciaturas forman parte de este rango.
• CI 140-154, genialidad intelectual: uno de cada mil cuenta con este coeficiente. Son genios socialmente incomprendidos. La ciencia, el arte, la literatura, la música y la filosofía está repleta de estos individuos.
• CI 155-174, alta capacidad intelectual: una de cada 3.500 personas cuentan con este rango. Su alta inteligencia les convierte en individuos con trastornos de personalidad o bajo rendimiento académico, pero con mentes prodigiosas. Hablamos de físicos, matemáticos o filósofos, entre otros genios de la lógica.
• CI 175-184, inteligencia excepcional: empiezan a leer siendo menores de 3 años, aprenden idiomas con facilidad o dominan a la perfección el lenguaje. Su inteligencia es un don. Una de cada 700 mil personas cuentan con este rango.
• CI 185-201, inteligencia profunda: es un rango muy superior a la media que consiguen una de cada 18 millones de personas.
• CI mayor de 201: se trata de inteligencia mayor y es una cifra prácticamente inalcanzable.

Test de coeficiente intelectual

Un test de coeficiente intelectual es una prueba estandarizada cuyo objetivo es medir el nivel de inteligencia. Este tipo de tests suelen ser utilizados por profesionales de ámbitos como la salud, la educación y los recursos humanos.

Dos de los más utilizados son el WAIS (Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos) y el WISC (Escala Wechsler de Inteligencia para Niños).

Para obtener el coeficiente intelectual total, el WAIS se centra en cuatro aspectos: la comprensión verbal, el razonamiento perceptivo, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento.

Existe cierta controversia sobre la posibilidad de medir el nivel inteligencia de una persona y lo que ello supone. A pesar de las limitaciones que pueden presentar este tipo de tests, pueden ser útiles en diversos campos como la pedagogía tanto en niños como adultos.

Coeficiente intelectual limítrofe

El coeficiente intelectual limítrofe o límite, abreviado como CIL, es un valor obtenido a través de tests que miden inteligencia y que se sitúan por debajo de los valores medios de la población pero por encima de lo que se considera retraso mental.

Habitualmente, un coeficiente intelectual limítrofe se sitúa entre 70 y 85 puntos. Sin embargo, para contextualizar lo que significa inteligencia límite, también hay que considerar otros factores como las habilidades para adaptarse al entorno.

Es importante también tener en cuenta que estos valores pueden variar en función de la escala o test que se utilice.

Coeficiente intelectual alto

Un coeficiente intelectual se considera alto cuando se sitúa por encima de los valores medios. Dentro de lo que se considera alto, los distintos tests o escalas identifican diferentes categorías como inteligente, brillante y superdotado.

Un coeficiente intelectual alto significa que una persona tiene grandes capacidades algunas de ellas relacionadas con la comprensión y el razonamiento.

Efecto Flynn

El neozelandés James R. Flynn descubrió que las puntuaciones del coeficiente intelectual tendían a subir paulatinamente cada década. Su estudio se basó en observar las mejoras de nutrición, el incremento de la educación o la complejidad del ambiente para reconocer que poco a poco los individuos iban caminando hacia la adquisición de habilidades mayores. Este proceso, conocido como efecto Flynn, determina que la medición de la inteligencia puede variar con el tiempo, como cambian sus valores.

Por otro lado, el efecto Flynn demuestra que existe una tendencia al alza en las puntuaciones de los países desarrollados o del primer mundo. El incremento de dichos valores muestra que, según esta teoría, a día de hoy somos más inteligentes que hace unos años, dado que utilizamos pensamos de forma más compleja y más abstracta. Todo ello es gracias a las mejoras en educación, en alimentación o en socialización, a la vez que somos capaces de manejar máquinas más complicadas, a dominar las nuevas tecnologías o a leer más.

En el sentido opuesto, algunos estudios realizados en Reino Unido, Noruega o Dinamarca, indican que actualmente el efecto Flynn podría haberse detenido o incluso las puntuaciones de CI, por norma general, podrían haber disminuido, aunque todavía no hay explicaciones concluyentes sobre este efecto.

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